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Viceversa y Etcétera

Algún cine. Algún deporte. Alguna cosa.

Una niña fantasma y un niño a oscuras

El matrimonio Smith tenía tres hijos. Marco y Anna, los dos mayores, iban ya a la escuela. Peter iba aún a la guardería. El trabajo de Jane consistía en controlar que los niños hicieran los deberes, recoger a Peter de la guardería y hacer algunas tareas de la casa: lavar ropa, ordenar la habitación de los niños... Aquel martes había lavado ropa; el peto amarillo de Peter, el pantalón rojo de pana de Anna y los vaqueros azules de Marco.

Cuando los sacó de la lavadora, descubrió perpleja, que entre los pantalones húmedos de los niños, había un pantalón marrón que no había visto nunca. Por el tamaño debía pertenecer a un niño de mayor edad, casi adulto. Cuando se lo mostró a los niños y a la señora Smith, ninguno reconoció aquella extraña prenda. Todos encontraron aquel suceso muy extraño y misterioso. Jane tendió la ropa en el desván, y a la mañana siguiente descubrió con asombro que el pantalón había desaparecido del tendedero. El viernes siguiente lavó los jerséis de los niños; el azul de Peter, el blanco de Marco y el amarillo de Anna. Cuando abrió la lavadora y sacó la ropa, descubrió de nuevo una prenda que no pertenecía a nadie: un jersey marrón de cuello alto con una cremallera, pero esta vez, no dijo nada a nadie.

Llevó el jersey con la otra ropa para tenderlo, y a la mañana siguiente sucedió lo que ella esperaba: el jersey había desaparecido. Jane pensó en no volver a decir nada a nadie, pero cuando al día siguiente encontró entre los calcetines de los niños un extraño par de color verde oscuro, no pudo seguir callada por tiempo y fue al cuarto de la señora Smith para enseñárselos. «Nunca he visto esos calcetines, y tampoco puedo explicarme como han ido a parar a nuestra lavadora», le dijo Jane extrañada.

El Jueves, antes de comer, Jane llevó los pijamas que había planchado al armario de la señora Smith y... ¡se quedó completamente petrificada! ¡El jersey marrón de cremallera, los pantallones marrones y los calcetines verdes...! Todo estaba perfectamente doblado. «¡Señora Smith!», gritó Jane. Tenía que haber sido ella quien recogiera la ropa del desván y la guardara en el armario. Se dirigió al salón donde la familia estaba comiendo. La señora Smith parecía absorta en sus propios pensamientos y apenas se fijaba en Marco y Anna. De repente, se abrió la puerta del cuarto de estar, y entonces vio a la niña. Aparentaba unos trece o catorce años y parecía muy frágil. Tenía los ojos azules y el pelo negro, se parecía a la señora Smith. «Sólo quería decir adiós», dijo la niña con voz suave, dirigiéndose a la señora Smith. «Mary», murmuró ella, «¿qué tal estás?». «Ahora estoy bien», respondió la niña, «por eso he venido, para que sepas que estoy bien». Después sonrió, dio media vuelta y salió de la habitación. Peter comezó a llorar y Marco y Anna se miraron asustados. Más tarde, la señora Smith contó la historia de Mary a Jane.

Había nacido cuando la señora Smith era una adolescente. Ella se vio obligada a darla en adopción a una familia desconocida y desde entonces nunca más había vuelto a saber nada de ella. Sin embargo, aunque ella nunca había recibido ninguna noticia suya, ni una foto, ni una carta, hoy la había reconocido inmediatamente. «Hace un rato he hablado con la mujer que tramitó su adopción, y me ha dicho que Mary tenía una enfermedad en la sangre y la semana pasada murió». «Pero no tenía aspecto de estar enferma», dijo Jane. «No, no parecía enferma», contestó la señora Smith. «Debe de irle muy bien allá donde está.»

Jane, sobrecogida por el relato que le acababa de contar su señora, se dispuso a seguir con sus tareas. «¡Jane!», dijo de pronto la señora Smith. La joven se dio la vuelta. «Te he contado esa trágica historia», continuó, «porque tengo una gran confianza en ti, y sé que podría compartir contigo cualquier cosa». «Por supuesto…», contestó la joven extrañada. «Por eso quiero explicarte, Jane, por qué te has encontrado con ropa que desconocías. Verás, nuestro hijo mayor tiene 20 años y se llama Hugo. Tú no lo conoces. Toda esa ropa es suya, de Hugo. Y es que aún vive en esta casa. Lo encadenamos en el desván cuando tenía 10 años por portarse mal y ahí sigue, a oscuras». «Ah, vale», contestó Jane sonriendo; por fin se había resuelto aquel misterio que la atormentaba.

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4:24 p. m.

"a, vale", fijate tu...
preocuparme por estar lavando ropa y no saber de quién es...
si es q se me tenía que haber ocurrido que era del niño encadenado en el sotano.

Qué estupidez la mía.

(Ainho)    



6:36 p. m.

Bart tiene un hermano encadenado en el sótano.

El márido del sótano es la sotana.    



7:42 p. m.

Exacto, o0. Y el hermano de Bart se llama Hugo.    



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